lunes, 8 de octubre de 2012

¿Mi cuarta carrera?

En menos de media hora debo entrar a Logística y no tengo ganas. No tengo nada contra el curso sólo siento que llevo más de 6 años recibiendo clases que no despiertan mi verdadera pasión. Sé que lo que he aprendido es muy importante para mi vida económica pero me aburro y deambulo. A veces me demoro en en entrar a clases porque sé que en el fondo no quiero entrar. Sé que pese a todo estas clases me servirán pero no vivo, no respiro, siento que me asfixio y quisiera tirarlo todo por leer un libro y escribir.

Sí, yo quiero ser escritor. Siempre he sabido que quería ser escritor desde que mi hermano me leyó un cuento de Ribeyro. Luego de ello leía, leía, leía y leía, y varias historias me parecían fascinantes. Imaginaba que sólo a un genio podrían ocurrírsele historias tan buenas y lo que era más sorpendente para mí: contarlas de una manera que no permitía despegarme del libro.

No soy un hombre tecnológico. Me gusta el papel, el empastado, tocar la carátula y pasar las hojas. Sentir el airecito en mi cara porque eso me recuerda que estoy vivo para leer, que la literatura es mi amiga, que siempre la he amado y nunca me atrevía a estudiarla en la universidad.

Ya voy a terminar mi tercera carrera y cuando pienso en estudiar una cuarta, vienen a mi las burlas imaginarias: ¡qué tal tipo! ¿a quién se le ocurre?, "¡qué pérdida de tiempo!" "¿Para qué estudiar una cuarta carrera?" y tal vez la más lapidaria, la que acuchilla, la que te corta el cuello con una guillotina: "nunca supo que quería". Y quiero gritar: ¡Noooooooo!. Yo sí sé lo que quería, yo siempre supe lo que quería, no tuve el valor para elegirlo, pero siempre supe que quería: yo siempre quise ser escritor.

martes, 17 de enero de 2012

Papá a los 21

Hace unos años terminé de escribir Papá a los 21. Es un libro casi autobiográfico. Un libro que casi no termino porque no tenía ganas de empezarlo. Escribir este libro fue difícil porque me exponía como un joven irresponsable que no pudo controlar sus impulsos cuando era joven. Es duro y a la vez injusto conmigo mismo. Lo único que pensé al escribirlo era volcar toda esta experiencia en papel. Experiencia que aún no acaba porque mi hija nació y es un ser humano extraordinario.

Aún no lo he publicado porque aún guardo las reservas del caso. Y me pregunto si vale la pena publicarlo. Cuando veo jóvenes que ya son papás y no publico el libro, siento que mis temores a exponer mi vida, la de mi hija y su mamá son más grnades que cualquier otra cosa. Pero me lleno de remordimientos en mi conciencia porque sé que el libro podría ayudarlos de alguna forma a reflexionar sobre la paternidad prematura.

Hoy, ya no vivo con mi hija, y no hay día que pase en que no piense en ella. Hoy estoy más cerca a Dios que antes y espero que él me dé las luces para saber que hacer. Amén.